miércoles, 21 de septiembre de 2011

Dolina X5


Historia del que no podía olvidar

El ruso Salzman tuvo muchas novias. Y a decir verdad solía dejarlas al poco tiempo. Sin embargo, jamas se olvidaba de ellas.
Todas las noches sus antiguos amores se le presentaban por turno en forma de pesadilla. Y Salzman lloraba por la ausencia de ellas.
La primera novia, la verdulera de Burzaco, la pelirroja de Villa Luro, la inglesa de La Lucila; la arquitecta de Palermo, la modista de Ciudadela. Y También las novias que nunca tuvo: la que no lo quiso, la que vio una sola vez en el puerto, la que le vendió un par de zapatos, la que desapareció en un zaguán antes de encontrarse con él.
Después Salzman lloraba por las novias futuras que aun no habían llegado. Los hombres sabios no se burlaban del ruso pues comprendían que estaba poseído del mas sagrado berretin cósmico: el hombre quería vivir todas las vidas y estaba condenado a transitar solamente por una.
Aprendan a soñar los que se contentan con sacar la lotería...

Historia del que esperó 7 años

Jorge Allen, el poeta, amaba a una joven pechugona de los barrios hostiles.
Según supo después, alcanzo a ser feliz. Una noche de junio, la chica resolvió abandonarlo.
-No te quiero mas-le dijo
Allen cometió entonces los peores pecados de su vida; suplicó, se humilló, escribió versos horrorosos y lloro en los rincones.
La pechugona se mantuvo firme y rubrico la maniobra entreverándose con un deportista reluciente.
El poeta recobró la dignidad y empleó su tiempo en amar sin esperanzas y en recordar el pasado.
Su alma se retempló en el sufrimiento y se hizo cada vez mas sabio y bondadoso. Muchas veces soñó con el regreso de la muchacha, aunque tuvo el buen tino de no esperar que tal sueño se cumpliera.
Mas tarde supo que jamas habría en su vida algo mejor que aquel amor imposible.
Sin embargo, una noche de verano, siete años y siete meses después de su pronunciamiento, la pechugona apareció de nuevo.
Las lágrimas le corrían por el escote cuando confesó al poeta:
-Otra vez te quiero.
Allen Nunca pudo contar con claridad lo que sintió en aquellas horas.
El caso es que regresó a su casa vacío y desengañado. Quiso llorar y no pudo. Nunca mas volvió a ver a la pechugona.
Y lo que es peor, nunca mas, nunca mas volvió a pensar en ella ni a soñar su regreso.

Desencuentro en Lacarra y Rivadavia

A las dos y media de la tarde, Jorge Allen baja del colectivo. Permanece un minuto en la esquina y luego se va por Lacarra hacia el sur.
Unos segundos después aparece la mujer que pudo salvarle la vida. Es hermosa y ha nacido para complacer a Allen y para ser complacida por el poeta. Ni ella ni él conocen esta circunstancia y no la conocerán nunca.
La mujer sube al 182 y viaja hacia a Haedo, donde la espera una existencia vulgar.


El reparto de sueños en el barrio de flores

Cierta Noche de 1970, Ricardo Salzman, el jugador de dados, soñó con el numero 18... Un rato mas tarde -en otro sueño o en el mismo- se le presentó el numero 41. Al día siguiente Salzman resolvió jugar todo cuanto tenia a los dos números. Pero, en el último instante, siguiendo una inspiración, jugó únicamente al 18.
Salio el 89...

La calle del bien y del mal

Como bien sabemos, la cuadra del Ángel Gris esta en la calle artigas, entre Bogota y Bacacay. Sucede allí algo muy particular: en una de las veredas no es posible ser bueno. En la otra es imposible ser malo.
Una noche pasé con una muchacha rubia por la vereda oeste. La arrinconé en un umbral, la besé con pasión y logré poseerla allí mismo.
Después cruzamos la calle, y mientras caminábamos por la vereda oriental, le pedí que me olvidara y la abandoné para siempre.
En la cuadra del Ángel Gris hay dos veredas. En una no es posible ser bueno y en la otra no se puede ser malo. Aún no tengo decidido cual es cual.


















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